26 de marzo de 2014

Distractions.



Distracción: Cosa que hace pasar el tiempo de manera agradable.

Distracción número 1: Vino a mi casa y me contó que, una vez, yendo al velatorio del abuelo de una amiga entraron a ver el cuerpo dentro del féretro y se encontraron con que el peluquín del pobre señor le tapaba media cara porque se le había ido cayendo poco a poco. Acto seguido empezó a sobarme el paquete mirándome con esos ojos negros ávidos de cariño relleno de semen. Me enseñó su tatoo, el nombre de sus dos sobrinas en el costado..., como si no tuviéramos suficiente con todos los nombres de gente que pasa por nuestra vida tatuados a golpe de fuego en nuestra piel como para tatuarte dos más voluntariamente, sin embargo lo miré y le dije que le quedaba chulo. Es joven (demasiado), ya aprenderá que cuántos menos nombres nos tatuémos en el cuerpo mejor, que así uno anda más liviano. Me bajó la bragueta y se la metió en la boca, lo hizo con destreza y voracidad. Lo más gracioso es que no creo que quisiera solamente sexo, él necesitaba otra cosa que yo no le podía dar, sin embargo le di polla, que muchas veces se convierte en el sustituto del amor y la mayoría en un error.

Distracción número 2: Me contó que en prácticas de medicina sus compañeros y él se estudian el cuerpo humano los unos a los otros, que se quedan en bañador o bikini y se tocan. Es curioso, porque en psicología nunca hicimos terapia entre nosotros..., o sí, pero en la cantina. También me dice que alguna vez ha ido a clase con un dildo en el culo, que le pone la idea de que los demás no sepan que lleva algo dentro de su cuerpo y me pregunta (en la lejanía) que si no me importa que lo tenga ahora dentro también. Le digo que no, que todo lo contrario, que no se lo quite en toda la noche, que duerma con él, que sueñe con él y se levante con él, que casi es más práctico que hacerlo con alguien de verdad, que se evita el mal aliento matutino, las arrugas de la almohada en la cara y el pelo revuelto. Sin embargo él cambiaría su dildo por todo eso. Lo tiraría a la basura y se aferraría con uñas y dientes a alguien que le llenara de satisfacciones... Iluso.

Distracción número 3: Me contó que lee la generación beat, escucha música de grupos independientes y ve pelis como "Cinema Paradiso" o "El Crepúsculo de los Dioses". A priori el hecho de follarme su mente no me suponía ningún problema, sino todo lo contrario. Podría haber sido algo así como cogerle el cerebro con las dos manos, insertar mi polla por su cerebelo e ir desgarrando las paredes del encéfalo hasta llegar a hacerle cosquillas con el prepucio en el lóbulo occipital. Toda una experiencia. Por supuesto luego estaba el físico, que acompañaba mucho a su mente; pelazo al  más puro estilo Jon Kortajarena, barbita de muchos días y unas facciones armónicas que hacían de su rostro un perfecto capítulo de nuestra serie favorita. Todo estaba preparado, íbamos a quedar, pero la inseguridad se apoderó de mí, las dudas y el miedo le hacían los coros y palmeaban tan fuerte que aquello era un desconcierto, así que le dije o, mejor dicho, le escupí sin ni siquiera conocerle que en ese momento de mi vida me daba mucho miedo conocer a un chico que, a priori, me gustase porque, al fin y al cabo, mi vida está aún en el aire, sin saber qué giro tomar. Lejos de mandarme a la mierda me dijo que cerrase la puta boca y que esa tarde se lo contara todo con una cerveza delante. Aún hoy en día, por h o por b, no hemos podido quedar, no por culpa de miedos sino por contratiempos. Quizá es mejor así. Tener el miedo dentro del culo como si fuera un dildo, meterse con él en la cama, soñar con él, levantarse con él y no quitárselo nunca...

Distracciones.