Son esos momentos "mascarilla de oxígeno" los que me salvan de morir asfixiado en la rutina de estos días. Son esos dónde abres la boca, hinchas los pulmones al máximo para guardar aire puro dentro y, acto seguido, sueltas una carcajada procurando no morder el momento ni hacerle daño, sino todo lo contrario, intentas saborearlo poco a poco y hacerle cosquillas con la lengua donde sabes que más le gusta.
Esta semana he hinchado los pulmones lo más que he podido, los he sacado a pasear al aire puro de las risas, han corrido libres por el camino de las mandíbulas batientes y una vez terminado se han colocado un poco más renovados y esponjosos en su lugar de siempre.
Ha sido como vivir en una sempiterna canción ye-yé, de esas felizotas que rezuman ñoñería y buen rollo y que he descubierto hace poco. Sobre todo gracias al CD que me han grabado unos amigos y que también han decorado estupendamtente (véase foto).
Ahora sólo quiero ir por la calle bailando música ye-yé para vivir tiempos felices, o al menos para intentar atraer tiempos felices, que haberlos haylos (o eso dicen)... A ver cuánto me dura, señores.
¡A bailar todos!
Esta semana he hinchado los pulmones lo más que he podido, los he sacado a pasear al aire puro de las risas, han corrido libres por el camino de las mandíbulas batientes y una vez terminado se han colocado un poco más renovados y esponjosos en su lugar de siempre.
Ha sido como vivir en una sempiterna canción ye-yé, de esas felizotas que rezuman ñoñería y buen rollo y que he descubierto hace poco. Sobre todo gracias al CD que me han grabado unos amigos y que también han decorado estupendamtente (véase foto).
Ahora sólo quiero ir por la calle bailando música ye-yé para vivir tiempos felices, o al menos para intentar atraer tiempos felices, que haberlos haylos (o eso dicen)... A ver cuánto me dura, señores.
¡A bailar todos!