26 de diciembre de 2008

El año pende.



Podría calificar este año de "annus horribilis", pero lo de annus siempre me ha sonado fatal.

Podría partir el año en dos y se convertiría automáticamente en la cara y la cruz. Una cara que me mira de soslayo y me sonríe como la Mona Lisa, y una cruz que me ofrece un hueco para que me suba y extienda los brazos mientras alguien busca mi vena con el fin de extraerle los ojos a mi destino para que no vea hacia dónde se dirige.

Ayer una amiga me dijo que le iba a preguntar a su péndulo (que, según ella, pocas veces se equivoca) sobre lo que me depara el futuro. Febrero, me dijo, Febrero es la fecha en la cual remontará tu vida, y el péndulo me dice un sí rotundo a la pregunta de si hay un ligue inmediato... ¡Ja!, ese "ligue"me acaba de hacer una pregunta nada conveniente y ha cagado totalmente mis ganas de seguir conociéndolo. Me ha dicho que era una pregunta inocente, a lo que le he contestado que no existen las preguntas inocentes. De verdad que no existen. La única que se me ocurre es "¿Una o dos cucharadas de azucar?".

El péndulo se equivoca. El "ligue" se equivoca. Las noticias se equivocan. La realidad se equivoca. Mi destino se equivoca... Y me pregunto si no me estaré equivocando yo también de batuta, porque esto es un puto desconcierto de año.


13 de diciembre de 2008

Carámbanos de realidad.


Últimamente estoy un poco "out", pero mi vida sigue sin moverse demasiado.

No es que las aguas por dónde navego estén calmadas, ¡es que están congeladas!... Es algo así como patinar sobre una pista de hielo que está dura pero que, en cualquier momento, te puedes caer y hacerte un daño de la ostia... Yo casi que prefiero navegar por aguas con marejada y olas dónde es cierto que te puedes marear pero que, en el caso de caerte, lo haces sobre el agua y el impacto no es tan demoledor.

El otro día él me llamó. Estaba en la Universidad y se acordó de mí por una peli que estaban poniendo. Después de una larga conversación sobre aspectos de la vida que nos rodea actualmente, me sentí tan normal, sin bajones, ni malos rollos, ni melancolías, ni dolor, ni nada raro...., tan tranquilo. Me volvió a repetir que quedáramos cuando yo quisiera y yo le contesté "No sé", a lo cual se rió, porque sabe perfectamente que mis "no sé" siempre significan "no".

Y aquí sigo, con los patines puestos haciendo trompos a trompicones, manteniendo el equilibrio como puedo en unas finas y afiladas cuchillas, sin saber en qué puto iglú cobijarme y con los pies fríos porque ya no hay recuerdos que me los calienten.