26 de marzo de 2013

Taponando pensamientos.



A veces me toca el lóbulo de la oreja para dormirse tal y como hacía con su madre cuando era pequeño. Yo, sin embargo, intento tocar los sueños con la punta de mis dedos para hacerlos encajar como si de un puzzle se tratase..., sin embargo, se escapan. Debe ser que mis dedos y los sueños son como imanes que se repelen. Mismos polos en una misma cama, luchando por ver quién se queda con la manta. La misma batalla de siempre.

Últimamente siempre me pongo tapones en los oídos para dormir bien, así me aíslo del resto del mundo y es como si no existiera, como si desapareciera por completo. De una manera instantánea el silencio se apodera de mí, los oídos se quedan a oscuras, sin embargo, sigo oyendo mi propia respiración, más fuerte que nunca. Siento perfectamente como el aire entra y sale de mis pulmones, es como si estuviera más cerca de mi todavía, conectado al 100%. No puedo oír otra cosa que no sea a mi mismo..., quizá por eso tengo pesadillas ultimamente, porque me respiro, me susurro, me cuento cosas por dentro que escucho perfectamente ya que tengo los tapones puestos y nada me impide perder la concentración en todo lo que pulula por ahí dentro. Ese amasijo de pensamientos que forman una placenta de la que me alimento todas las noches.

Cuando me quito los tapones me doy cuenta de que ahí está él, abrazándome. Es como si, de repente, conectara con todo lo que me rodea y me dejara llevar, deslizándome por el filo del sueño que aún me empuja para que caiga, de nuevo, en él...

Y no, no quiero caer..., tampoco quiero oír lo que los tapones me quieren decir. Estoy casi seguro que están hechos en china que, como todos sabemos, es una raza cruel.