31 de agosto de 2008

Momentos ye-yé.


Son esos momentos "mascarilla de oxígeno" los que me salvan de morir asfixiado en la rutina de estos días. Son esos dónde abres la boca, hinchas los pulmones al máximo para guardar aire puro dentro y, acto seguido, sueltas una carcajada procurando no morder el momento ni hacerle daño, sino todo lo contrario, intentas saborearlo poco a poco y hacerle cosquillas con la lengua donde sabes que más le gusta.

Esta semana he hinchado los pulmones lo más que he podido, los he sacado a pasear al aire puro de las risas, han corrido libres por el camino de las mandíbulas batientes y una vez terminado se han colocado un poco más renovados y esponjosos en su lugar de siempre.

Ha sido como vivir en una sempiterna canción ye-yé, de esas felizotas que rezuman ñoñería y buen rollo y que he descubierto hace poco. Sobre todo gracias al CD que me han grabado unos amigos y que también han decorado estupendamtente (véase foto).

Ahora sólo quiero ir por la calle bailando música ye-yé para vivir tiempos felices, o al menos para intentar atraer tiempos felices, que haberlos haylos (o eso dicen)... A ver cuánto me dura, señores.

¡A bailar todos!


23 de agosto de 2008

Días tontos.



Ultimamente lloro por todo, por cualquier cosa. Hacía mucho tiempo que tenía el grifo seco (y no me refiero precisamente a la polla), pero ahora es algo que me es difícil controlar.

Las películas se llevan la palma para emocionarme, pero también valen canciones e incluso programas de televisión. Soy un blandiblú andante y no me gusta ser así porque, vale que no soy tan duro como Walker Texas Ranger, pero ni una cosa ni la otra.

Y me pregunto hasta cuándo tendré "resaca emocional", de esa que en vez de martillearte la cabeza te martillea el corazón, de esa que te hace un nudo marinero en el estómago y te deja la boca reseca por los besos que ya no das. De esa dónde sólo te apetece estar en la cama, en el sofá o en sitios dónde no incluya la presencia humana como artista invitado.

Y me pregunto por qué no venden en la farmacia pastillas contra este tipo de resaca, porque si hay parches para los que están dejando de fumar y metadona paro los que se están quitando de la droga, ¿por qué coño no inventan algo para la resaca emocional que siento? Estoy casi seguro de que se podría hacer algo al respecto ya que el amor es una adicción como otra cualquiera y cuando te lo quitan, o desaparece sin más remedio, te da el mono al igual que un drogadicto.

¿Eso quiere decir que estoy en rehabilitación? Dios, se me va mucho la cabeza, y lo peor es que creo que no es un síntoma de la resaca, sino que es de nacimiento.

Suspiro y sí, se me va la cabeza porque el corazón se me fue a mitad de julio y aún no ha vuelto.


19 de agosto de 2008

Maldita seas, Carrie.



Me cago en Carrie Bradshaw y en su estampa cochina, así de claro.

Debo confesar que cuando empecé a ver "Sexo en Nueva York" no me gustó demasiado hasta que, finalmente, me terminó enganchando ese tono descarado e irónico que tienen algunas de las protagonistas de la serie que, como muy bien dicen en "Padre de Familia", va sobre tres tías que viven en Nueva York y su madre.

Ayer mismamente me dispuse a ver la película que hace poco estrenaron basada en la serie del mismo nombre. Ni más ni menos que dos horas y media de glamour, tacones, dinero, sexo, modelitos de marca, superficialidad y mucho, mucho amor. Y, digo yo, ¿pa qué coño necesito ahora mismo que me hablen de amor?, pues ayer tuve dos tazas y media con picatostes incluídos.

Parejas que se pelean, parejas que cometen errores, parejas que piden perdón, parejas que están destinadas a amarse para siempre, parejas que rompen, parejas que se reconcilian, parejas que se emparejan, parejas entre rejas, parejas que lo celebran con almejas, parejas que se comen las orejas... ¡AaAaAaah!

No, no necesito esa clase de información errónea e inflada como un souflé que viene de EEUU. Que sí, que se rumorea que el amor es universal, pero yo creo que lo inventaron los yanquis con películas como "Cuando Harry encontró a Sally" o "Titanic". Pues no señor, Carrie y sus tres amigas deberían dedicarse a hacer obras benéficas, vestir de Zara, beber Nestea, veranear en Benidorm, comprar "Pato WC" en el Mercadona y hacerse un dedo todas las noches y no pensar siempre que el amor es lo más importante y lo que te rellena plenamente por dentro como una empanadilla de pisto manchego. Que no me engañan, coño, que no.

Y todo esto sin subirme a unos tristes Manolos. Señor qué cruz.


16 de agosto de 2008

Rituales.



Y salgo a la entrada de mi casa para el ritual de todas las noches.

Enciendo la música, me dejo llevar por ella, saco medio porrillo, me lo fumo y, mientras, observo el mundo de las sombras, que, creo, siempre es mucho más interesante que el que tiene lugar a la luz del día. Lo mismo tiene algo interesante que decirme, lo mismo tengo algo interesante que decirl(m)e. Entonces me asomo y veo a una vecina caminando por la rotonda a pasos cortos (es ya muy mayor, de pelo cano y piel decrépita), parece un alma etérea, una imagen casi fantasmagórica, va sola, con su pena como sombra mientras anda y estira las piernas al fresquito de la noche. El año pasado murió su marido y, la verdad, ninguno de los dos me caía muy allá, sin embargo la miro andar y me invade una especie de tristeza distinta a la tristeza de llorar..., es como una tristeza empática, como la que parece sentir ella ese preciso momento. Lo proyecta su figura, sus pasos, su sombra...

A la noche siguiente volví a salir para mi ritual diario y allí estaba ella otra vez, como la noche anterior, casi levitando por la carretera. Entonces caí en la cuenta de que ese era su ritual, como el mío es salir a la entrada a escuchar música y ver la vida pasar a golpe de calada. Estaba haciendo lo mismo que yo. Ahora entiendo lo de la tristeza empática.

Quizá puede que sea una invención de mi cabeza y que sólo ande porque el médico le ha dicho que es bueno para las varices, pero prefiero pensar que es su ritual. Ese simple pensamiento me hace sentir menos solo.

Y yo, la verdad, creo que debería cambiar mi ritual por otro. Algo así como una partida de póker nocturna contra mi soledad..., para ver quién gana. Entonces la miro directamente a los ojos. La desafío. Despliego mis cartas. Escalera de dolor... ¿Qué?

Gano yo.


1 de agosto de 2008

Fluir.



La mejor crema protectora para no quemarte por dentro es no pensar en las cosas; declararte en huelga de pensamientos, sentimientos y actitudes. Es algo parecido a ir como un autómata por la vida. Un autómata que mira al suelo para no caerse y, a la vez, en búsqueda de paraísos podales, ya que para un fetichista como yo eso de que todos los tíos vayan con chanclas es maravillosamente excitante. Por eso en verano nunca me tropiezo. Miro al suelo con devoción en busca de un Dios con forma de uña.

Crema marca "levedad" me estoy echando. Está bien de precio, oiga. Yo me he comprado dos botes.

Ni Javier Marías, ni Cunningham, me apetece leer a Marian Keyes y embarrarme de superficialidad estúpida y efectiva. Eso es lo que hago por el momento.

Ayer tuve ganas de llamarlo (cosa que sólo hemos hecho 2 veces en 20 días y con resultados irregulares), pero no lo hice. Tuve ganas de cortarme los dedos para no poder señalar la dirección hacia donde tengo que ir. Tuve ganas de arrancarme las ganas y hacerme un broche con ellas, pero no lo hice.

¿Habéis vivido alguna vez en una vena atrofiada? Yo sí. A ver si encuentro un agujerito por donde salir y poder fluir. Echo de menos fluir.

Quiero fluir.