12 de mayo de 2009

Minucias de la semana.


Mi vecino de enfrente compra los calzoncillos en el mercadillo y tiene una persiana que pone "Hello" con el dibujo de un payaso triste que me espeluzna tanto o incluso más que sus calzoncillos.

El viernes conocí a un pedazo de friki poeta, cantante, guionista y escritor que trabajaba en el Bocatta y que engullía su propio ego (del que iba bastante sobrado) entre la lechuga y el atún de su bocadillo favorito.

El sábado fui yo el que engullí comida china con un hambre voraz. Como si me comiera una polla, pues igual.

El domingo me sentí raramente introspectivo. Viajé por dentro de mí mismo. Hice una especie de kilometraje existencial y me sentí fatal. Malo de acostarme, que diría Martirio.

Ayer dejé a un lado el domingo tonto y apareció un lunes que, a priori, fue más inteligente.

Y hoy..., hoy he salido al balcón, me he parado momentáneamente, he observado el oceáno de edificios y me he sentido como un pez con escafandra de cristal.


2 de mayo de 2009

El azar, el petardo y el ex.


De un tiempo a esta parte no entiendo muy bien de qué pasta está hecha la vida..., lo único que sé es que igualmente hay que comérsela, rebañar el plato. Es lo que toca.

El otro día quedé con un chaval para tomar algo, sin embargo no cenó nada porque, según él, había estado toda la tarde comiendo y picoteando. ¿Quién queda con alguien y viene ya cenado?, sólo un tío petardo. Luego me di cuenta que el sexto apéndice de su mano era el móvil, porque no dejó de estar atento a él y de realizar varias llamadas. Me horrorizó su falta de respeto y su camiseta metida por dentro de los pantalones. Petardo, más que petardo.

El azar quiso que esa misma noche, después de casi un año sin verlo, me topara casualmente con mi ex. Estaba con otro chaval tomando algo y llevaba puesta una chaquetilla que en un tiempo fue mía y que terminó quedándosela... La cosa es que no sentí nada, ningún mal rollo, al fin y al cabo los dos estábamos haciendo lo mismo (espero que él tuviera mejor suerte), pero, siendo sincero, me quedó un regustillo raro. Estoy seguro que él no me vio, pero el azar me miró directo a los ojos y, no quedándose conforme, me sacó el dedo corazón con saña. No habrá días de la semana y sitios por donde pasar para econtrármelo con otro. Hay que joderse.

A los dos días me fui a cenar a casa de un "amiguete" y después de ver una peli tailandesa, de hablar tonterías un rato y de pelar la pava intermináblemente, acabamos revolcados y enroscados en la cama mientras diversas fotos de su ex me miraban desde la pared como diciendo "Ojito con lo que haces o le metes a mi ex, que te vigilo"... Así que lo único que pude hacer fue cambiar de postura para zafarme de su mirada inquisitiva, pero aún así seguí notando como sus ojos me acariciaban por la espalda y el culo. Hay que joderse también.

De verdad que muchas veces no entiendo nada. Menos mal que de unas semanas para acá he cambiado de filosofía..., aunque, más bien, lo que debería cambiar sería de mundo.