16 de agosto de 2013

Sismografía sentimental.



El pasado siempre vuelve..., frase algo manida y kármica en la que creo plenamente. Y es que, si mis teorías no fallan, el pasado es como una ecuación en la que sólo tienes que despejar la "x", que casi siempre suele ser el temido factor tiempo. No sabes cuándo, no sabes cómo, pero sabes que, tarde o temprano, volverá oliendo a naftalina.

El pasado causa terremotos que, afortunadamente, son de diferente magnitud. Va desde una pequeña sacudida al más absoluto derribo de tu mundo interior... Yo he sentido lo primero hace un ratito, nada significativo. Un dos o así en la escala de richter y que, mayormente, ha sido causado por esos recuerdos que parecen inertes pero que, de repente, se "autoinoculan" en tu torrente sanguíneo y corren rápido por todas las partes de tu cuerpo. Notas como suben veloces de tu estómago a la garganta, algo así como el gas de un refresco. Los puedes saborear, no es nada malo, pero lo importante es saber eructarlos para que no te dejen mal sabor de boca.

Eructa el pasado, cágalo si te es más fácil, pero siempre, siempre, haz hueco para el presente. Que no se nos olvide.