30 de mayo de 2014

El coleccionista de almohadas humanas.



Se dedica a coleccionar almohadas humanas..., o al menos es lo que yo creo. Se acurruca encima de mi y se queda dormido dejando sus sueños germinando en mi barriga..., ¿pero cuales son esos sueños en cuestión?, ¿qué es lo que recorre su cabeza mientras se deja llevar y se queda dormido encima de mi? Lo ignoro. Lo putamente ignoro.

He seguido quedando con el chico con el que he descubierto que, quizá, me saboteo. Las dos últimas veces que nos hemos visto ha sido en su casa, con una peli, una serie, un sofá, una persiana bajada y su cuerpo y el mío rozándose tímidamente hasta que, al final, han habido caricias, mimos, arrumacos, abrazos y... ya. 

¿Estoy demasiado acostumbrado a que en una situación como esa acaben bajándome la cremallera y amorrándose al pilón? Y tanto..., demasiado diría yo. Tanto y de tal manera que me sorprendió y me gustó esa ternura de hace unos fines de semana que me recordó a cuando yo tenía 10 años menos..., esa tensión al rozar los dedos de otra persona y notar su calor corporal, ese instante justo cuando sabes que te va a rozar pero aún no lo ha hecho. Como un meteorito a punto de estrellarse.

Pero cuando vuelve a ocurrir por segunda vez (ayer, pero, quizá, con menos intensidad), en el mismo sofá, con la misma persiana y la misma persona, notas que algo falla..., que no estás ahí para que se duerman en tu barriga, que no quieres sueños incrustrados dentro de tu ombligo. Y sientes que, esta vez, el meteorito estalla dentro de tu cabeza y llegada la hora te levantas y te vas tal y como has venido..., embarazado de sueños de alguien a que no crees que vayas a poder conocer porque no estás seguro de que se vaya a dejar.

Por un momento piensas lo bonito que son los comienzos lentos, pero cuando sales por la puerta piensas que algo no anda bien, que algún mecanismo ajeno está en reparación y que lo único que puedes hacer es intuirlo y quitarte esos sueños del ombligo como si de una pelusilla de la camiseta se tratase.

¿Me equivoco al pensar que algo le pasa (quizá que no le gusto) y que no es normal, o me he convertido en un monstruo que, simplemente, quiere un beso? En ese caso soy el ser más monstruoso del mundo... Un puto monstruo.

13 de mayo de 2014

Los actores perdidos.



Se le cierran los párpados tan léntamente que parece un telón que va bajando y deslizándose poco a poco. Sin embargo, y en el fondo, lo único que quieres es que empiece el segundo acto para que los vuelva a abrir y disfrutar de nuevo del espectáculo de su mirada. 

Te das la vuelta buscando al apuntador que le susurra momentos del pasado al oído..., dicen que se llama señor melancolía y que tienes que encontrarlo y ponerle una mordaza en la boca antes de que sea tarde. Eso o noquearle a la primera de cambio.

Y el público espera con las manos tensas para ponerse en pie y dar una gran ovación al final. Lo que no saben es que el final aún está por escribir.