28 de diciembre de 2013

Un mensaje para ti...


Nunca he hecho un llamamiento desde aquí, pero hoy lo voy a hacer.

Hace poco un chaval se puso en contacto conmigo a través de una de tantas redes sociales y páginas de contactos que existen. Me sorprendió muchísimo que me preguntara si tenía un blog llamado "El suicidio de los momentos" y yo, a su vez, le pregunté, sin salir de mi asombro, que cómo había llegado a esa conclusión. La respuesta fue fácil, en mi perfil de esa página en cuestión hay un texto sacado de una entrada de este blog, así que sólo tuvo que copiarlo, ir al google, pegar, darle a buscar y que saliera, éste, mi rinconcito (espero que no se la haya ocurrido hacerlo a nadie más, sobre todo a aquellos que no han salido muy bien parados). Por un momento me sentí confuso, desnudo, indefenso, confundido pero, sobre todo, sorprendido de que alguien tuviera la curiosidad y se tomara la molestia de buscar y de leer.

Al poco de mensajearnos me di cuenta de que ese chico y yo ya habíamos tenido contacto cibernético mucho tiempo atrás (mi memoria, a veces, da asco de lo buena que es), pero la cosa no fue más allá porque (a saber cual fue la razón) borré mi perfil y perdí contacto con él.

Una casualidad volver a coincidir con él en esto tan grande y tan pequeño llamado internet, ¿verdad? Pues sí, yo pienso que sí. Y una casualidad también que ahora haya sido él quien haya borrado su perfil de golpe y porrazo, sobre todo porque era la única vía de contacto que teníamos.

De normal la gente te invita a una cerveza, a un café, al cine o directamente a echar un polvo..., pero este chico me invitó a un concierto de chelo al que, lamentablemente, no pude ir porque ya tenía otro compromiso. ¿Quién en estos días te invita a una cosa así? Yo creo que nadie, pero él lo hizo y, debo confesar que casi me corro de gusto cuando me lo propuso. Quizá me pareció un poco "demasiado" para una primera cita, pero, sin embargo, habría ido de cabeza a conocer a alguien tan interesante como él.

No sé si leerás esto, no sé si has vuelto a entrar por aquí, no sé por qué has cerrado tu perfil (ni siquiera sé por qué lo hice yo en su momento), pero A., no me gusta que las historias se repitan..., refuerza mi teoría de que todo ésto es un puto bucle (sí, como el kebab dando vueltas), así que, de alguna manera, me encantaría que dieras señales de vida y rompieras ese bucle del que estoy tan harto.

Siento que esta entrada haya sido un tanto "atípica", pero una vez aprendí que las cosas que se quedan dentro tienen fecha de caducidad, fermenta y luego huelen mal, y no..., no me dá la gana de acabar el año así.

25 de diciembre de 2013

Un dürüm de pensamientos, porfavor.



Entro en el Kebab del barrio a comprarme uno mixto sin cebolla ni picante cuando veo sentado al dependiente que hace tanto tiempo que no veía.
-Hombre, ¡cuánto tiempo! -le digo
-Sí, amigo, es que he estado en mi país de vacaciones -me dice sonriendo como de costumbre pero con la misma tristeza oculta en los ojos.
-¡Muy bien!, ahora ya de nuevo por aquí a hacer comer a la gente como antes, ¿no?
-Sí, amigo, tú cebolla sin picante -dice mientras se toca la cabeza con el dedo índice, como recordando.
-¡Eso mismo!

Me siento en la silla y saco el móvil para enfrascarme en él. Es lo que hago cuando no quiero alargar la conversación.

-¿Y tu amigo que tal está? -me pregunta mientras se pone a cortar esa especie de amasijo de carne empalado en una plataforma que da vueltas y vueltas mientras se va calentando.
-¿Mi amigo...? -obviamente se refería a mi ex, que era fan de los kebabs y mierdas varias- Bien, él está bien -le miento porque no tengo ni idea de si está bien o no-..., por ahí -concluyo mientras agacho la cabeza.

Y me doy cuenta que un kebab lleno de mugre no es el lugar más idóneo para que alguien me pregunte y me recuerde mi propia mugre... Y me fijo en lo pegajosas que están las teclas de la máquina registradora, como las yemas de mis dedos si me pongo a contar los fracasos sentimentales en mi vida... Y veo el trozo de mierda de carne que lleva el kebab dando vueltas una y otra vez empalado en aquella máquina, justo como mi vida,  dando vueltas como un bucle. Y llego a la conclusión de que la vida es eso, un puto trozo de carne de kebab dando vueltas mientras se calienta cuando está frío y se enfría cuando está caliente. Y tan sólo por cuatro euros.

15 de diciembre de 2013

La virgen del desasosiego.



Últimamente me duele la cabeza bastante a menudo, sin embargo creo he descubierto la cura perfecta; me hago una paja y se me va absolutamente todo. Debe ser tensión acumulada que se cuela por la uretra y sale disparada, pero ni con Gelocatil ni nada, eh, una buena manola y mano de santo (nunca mejor dicho). Manolatil, que lo llamo yo. Os lo recomiendo.

Últimamente también me recorren hormigas por el cerebro. Noto cómo corretean haciéndome consquillas entre los recuerdos con sus pequeñas patas hitlerianas e, inmediatamente, siento como bajan haciendo un slalom por la espina dorsal hasta tomar la curva de la cresta ilíaca y derrapar en mi ombligo quedando sepultadas por un momento. A partir de ahí ya no sé hacia qué lado van. Se cuelan dentro de mí esparciendo recuerdos allá dónde van mientras dejan ese rastro naftalínico del pasado por todos los rincones de mi cuerpo, porque ellas saben perfectamente que los rincones son más difíciles de barrer que cualquier otra parte. Y lo saben..., vaya si lo saben. Y lo hacen..., vaya si lo hacen.

Últimamente se me va mucho la cabeza. A cualquier otra parte, como dirían Dorian.

8 de diciembre de 2013

Domingueces.




Todo es muy extraño aquí y, encima, echo de menos a mi gato, sobre todo para que pueda mirarme con cara de "¿Pero tú eres gilipollas o qué te pasa?". Lo clava, el muy cabrón.

Ayer quedé con una amiga y un amigo (por separado) y a los dos, por historias que salieron a colación, les dije lo mismo "Creo que me estoy deshumanizando". La una puso cara de interrogación y el otro (que me conoce más) me dijo que no creía que fuese así. Y yo sólo sé que antes lo vivía todo con intensidad, como cuando tienes hambre y te ponen tu comida favorita delante, dándole dentelladas a la vida y a las ilusiones que se iban presentando por el camino. Ahora, sin embargo, las miro con extrañeza, alargo la mano para coger los palillos chinos de la indiferencia y las atrapo levemente para mojarlas en soja y probarlas poniendo una cara rara y frunciendo el morro porque, al fin y al cabo, el sushi nunca me ha terminado de gustar; esas putas piezas insulsas que se hacen una bola en la boca y te cuesta trabajo tragar..., al igual que los fracasos amorosos. Lo mismo.

Ojo, cuando os crujan los huesos no creáis que es por falta de calcio o por la edad, es que nos estamos robotizando poco a poco. Los cartílagos dan paso a los engranajes y las venas a unas finas tuberías dónde corre un líquido semitransparente hacia quien sabe dónde.

Y hoy, antes de venirme, he visto un reportaje de "Groenlandia" en la tele. Por un momento he querido irme a vivir allí, en medio de la nada. He imaginado que tendría a Björk de vecina en la casica de al lado y que saldría a tender las bragas tarareando "All is full of love". Una delicia.

Eso ha sido después de que me diera un arrebato y quitara a un par de contactos del skype y alguno también del móvil y, de esa manera, me he quedado, no en Groenlandia, pero sí más ancho que largo.