23 de enero de 2010

Un jersey talla XL llamado vida.


¿Muchas veces no os da la sensación de que os habéis comprado la vida en una tienda de tallas grandes? A mí sí. Una vida que me sobra por todos lados, que nunca se ajusta a mí como debiera, que me queda holgada, que me pierdo en ella, con miedo a despeñarme por la manga abajo o a quedarme enredado en la zona de la sisa.

"Lo siento, pero hemos encontrado a una persona que encaja mejor con el perfil que buscamos". Lo típico que siempre dicen en las entrevistas de trabajo. Lo típico que siempre he dicho cuando me he dedicado a eso.

"¿No te gustan las almejas?, uy, uy, uy. ¡pues a mí me encantan!, así que mejor cortamos..." Una broma, lo sé, una coña, ¿pero cortar el qué si no hemos empezado nada? O eso al menos quiero hacerme creer. Intento poner distancia, no implicarme, pero es difícil cuando la otra persona ves que reacciona, que se implica..., sin embargo ya no me creo nada. Ese es el problema, que a diferencia de hace unos cuantos meses ahora soy un incrédulo. Y eso juega en mi contra, ¿o a mi favor?

No, no me queda bien este jersey, está mal hecho, me aprieta en la zona del cuello, me sobra en todo lo demás. No pido uno hecho a medida, soy más realista que eso. No sé ni siquiera qué pido..., ¿que me devuelvan el dinero?, ¿que me devuelvan la confianza en todo? Ahora recuerdo..., creo que he perdido el ticket.


17 de enero de 2010

Domingos no.

Los domingos casi siempre me saben a sumidero existencial. Poseen ese regusto raro que tanto me desorienta, algo así como una mezcla del alcohol de la noche del sábado y todas las frustraciones de la semana entera que caen por su propio peso en el último día de la semana.

Una mascarilla, quiero.