26 de febrero de 2012

Yo soy Simon, tú Garfunkel.


Me sale humo de la boca y orín de la polla, los dos al mismo tiempo, sincronizados, fluyendo en el cuarto de baño... Y noto el alma que se me remueve por dentro, como decidiendo por dónde salir, si por dónde el humo o por la uretra, así que decido cerrar la boca y metérmela dentro de los calzoncillos. No tengo ganas de quedarme vacío por dentro..., al menos por ahora.


7 de febrero de 2012

Masticando morbo.


El morbo convierte a las personas en meros satélites sexuales. Pululan alrededor de ti, se van, vuelven y husmean con el hocico y la polla palpitante para ver qué pueden obtener. Tal es el caso de X., del cual no sabía nada en dos años hasta hace unas semanas que, vía Whatsapp (maldito invento del demonio), dio señales de vida como si hubiera sido ayer cuando dejamos de hablarnos. Que si tengo novio, que si cuantas veces follo, que de qué manera, que si puedo hacerme una foto con él en pleno acto. Perdona, tú también me dices que tienes novio,  así que, ¿tan insatisfecho estás? El morbo le puede y teclea mientras se casca su polla amarilla en busca de la satisfacción a través de una pantalla (que siempre fue lo que verdaderamente le puso), pobre demonio de ojos rasgados. O el caso de N., el del masaje cristiano, que tras enfadarse por negarme a seguir con el “juego”,  me pide perdón y deja la puerta abierta del morbo por si un día de estos me apetece traspasarla. Seguro que pondría el felpudo de “Bienvenido” a mis pies y me recibiría con una toalla sin nada debajo, con su bucle entre las piernas y el flequillo apuntando hacia su autoengaño.

El morbo se escribe con letra pegajosa porque te atrapa cual trampa para moscas o, quizá, como un caramelo "Sugus" que siempre acaba pegándosete en las muelas. El morbo y el deseo, ambos hacen un 69 dentro de ti para ver si te unes también.

Y cuando termino de escribir esto apago la colilla en un cenicero, escucho atentamente y me doy cuenta de que suena igual que cuando le acaricio el pelo y cierra los ojos como acto reflejo. Como mirando a través de ellos tan terroríficamente cerca que podría llegar allí escupiendo un puto hueso de oliva.