11 de julio de 2010

Huele a nuevo.


B. es mi nuevo barrio. Un barrio donde la sangre fluye por las venas de las calles sin necesidad de transfusión alguna porque, desde un primer momento, me di cuenta que tenía vida propia. Así que no tardé ni dos centésimas de segundo en decidirme.

Necesitaba un cambio, un poco de aire puro, dejar de ser ese pez agonizante en el que me había convertido, y aquí estoy, respirando de nuevo y desayunando paz con chocolate.

Vivo con R., que trabaja cuidando a un discapacitado (sin ni siquiera poder cuidar de ella misma), tartamudea de vez en cuando, necesita café para sobrevivir y pan para acompañar todas las comidas (y aderezar al mismo tiempo su vida). Fuma como un carretero, pero es vital, algo hippie- friki, abierta de mente y un poco pasota.

E. vive con nosotros temporalmente, ha venido de Madrid a hacer un curso de iluminación. Toca la flauta travesera, tiene cara de mala persona (pero no lo es), dice que le mola el rollo vegetariano pero se pirra por comer pollo, odia las corridas de toros, dice que tiene épocas donde es muy lesbiana, pero se pone cerda cuando ve a un montañero marranero.

Colateralmente también me relaciono con par de vecinos y amigos de R. Está C., que tiene unos gemelos del tamano de dos columnas prerrománicas, y S. tiene la polla del tamaño de otra columna prerrománica. (creo que tiene que ver con el hecho de que sea negro). Ambos tienen un perro llamado L. , el cual tiene una oreja tiesa y otra caída, como si sólo quisiera escuchar la mitad de lo que se le dice... Eso me hace pensar que L. es bastante más humano de lo que parece.

Por último está X., que es de Shanghai. X. no sabe nadar, se pone rojo cuando bebe alcohol, cocina de puta madre y conoce mi estado de ánimo nada más mirarme a la cara. Lo malo que tiene X. es que es un poco comunista sentimental y me quiere para él sólo, acaparándome al máximo, cosa que ahora mismo no necesito, sino todo lo contrario... Dudo de mi relación con X. porque no sé si es lo que quiero, sin embargo estoy seguro de que es lo que necesito. Raro, ¿verdad?

En resumidas cuentas esa es mi vida actual. Una vida que necesitaba cambiar sí o sí. Por que a veces urge customizarla para que nos quede mejor, meterle los bajos para que nos siente bien, tintarla de otro color para que resalte el color grisáceo de nuestros ojos. Y yo, al menos, lo estoy intentando.