10 de diciembre de 2010

El viento de tus sueños.


Me han dicho que los juncos también crecen allí, encima del arco iris. Que el viento sopla y se ponen a bailar al son de los sueños de cada uno... Un tango para los apasionados, un vals para los románticos, un jazz para los soñadores, un blues para los melancólicos... Y cuando el viento se para se quedan tan quietos que hasta el arco iris se torna gris.

Hagamos bailar nuestros sueños al ritmo que nosotros queramos. Sólo falta encontrar al aire adecuado, el soplo inspirador, el viento que hace que encontremos el camino.


25 de noviembre de 2010

Sumando y restando.



Llevo 13 pajas en 72 horas, y hay que tener en cuenta que éste día aún no ha acabado.... También llevo 4 desilusiones (de mayor o menor envergadura) en un mes, y, que yo sepa, tampoco ha finalizado. Y me pregunto, ¿compensan las pajas con las desilusiones?

A eso súmale 17 picaduras de carcoma entre piernas, tobillos, caderas y espalda. Ponle dos o tres lavadoras para lavar las sábanas y que, así, la carcoma desaparezca de mi vida cotidiana.

Todo eso multiplícalo por la continua sensación de que para mucha gente (a la que ni siquiera conozco) soy como un anclaje al que se agarran para olvidar el pasado. Y no, no soy puto dromedario para que pongan su mierda encima y, además, me pidan que tire de ella... Bastante tengo con la mía. Es mi mierda, mi pasado.

Cinco mechas apagadas y 10 fuegos artificales abortados dentro de mí. Quema.

Y son dos los ojos de caleidoscopio que tengo y que por más vueltas que le de al iris nunca distingo ni distinguiré nada.


18 de septiembre de 2010

Células susurrantes.


Vivo en la parte de tejido muerto que tienes en la rodilla. Al menos me haces sentir así.

Es algo como un desierto de células muertas en el que duermo todas las noches..., a la intemperie, pasando frío, en la cima de tu rodilla, mirando el horizonte, esperando señales de vida o, quizá, señales de humo salidas del montículo de tu nariz.

Regenérame con piel viva. Hazme sentir cuando me tocas. Haz explotar mis ramificaciones nerviosas y cuando hagas todo esto, mírame a los ojos, por favor... Mírame porque quiero ver como se te deshacen las estalactitas de las pestañas y se convierten en lágrimas.

26 de agosto de 2010

Jardinería emocional.


Mi hermano me ha lanzado esta tarde varias preguntas como si de un frisbee se tratase. Nunca lo hace..., de hecho nunca lo hacemos. En mi familia los signos de interrogación sobran, son como las espinas de un pescado, se te pueden clavar en cualquier momento en la garganta, así que decidimos que es mejor apartarlas mientras seguimos mirando el plato con cara de idiota.

No he tenido más remedio que recoger ese frisbee con cierta tensión en la espalda y, rápidamente, lo he vuelto a lanzar sin dar muchos detalles, aunque contarle que estoy con un chino creo que es suficiente, ¿no?

Me parece curioso como puedo contar mi vida por fascículos en un blog y no contársela a mi propio hermano. Somos espinas de un mismo rosal. Hacemos sangre a todo aquel que se nos acerca demasiado porque eso nos ha enseñado Papá rosa y Mamá rosal. Somos víctimas de esa plaga llamada "incomunicación" y que, muchas veces, observamos cómo va subiendo por nuestro tallo royendo hasta llegar al interior, sin poder hacer demasiado.

No sé qué nos pasa, pero estamos avocados a ser así hasta marchitarnos lentamente... Yo lucho, pero no por salvar el rosal familiar, sino mi propio rosal sentimental. Creo que el primero no hay insecticida o producto suficientemente fuerte que lo salve. El segundo..., ya veremos.

12 de agosto de 2010

Un robot en la canícula.


Me interesa quedarme callado en el medio de la nada para escuchar lo que me dices y analizar palabra por palabra. Sí, soy así, un robot del análisis cuyos engranajes se abren para que no se escape nada y pueda procesarlo todo hasta cagar, con mi culo de hojalata, una buena conclusión a la que atenerme.

Me interesa estudiar tus circuitos mentales hasta conocer todas y cada una de las interconexiones que pululan por tu interior como intestinos retorcidos. Me convierto en cirujano-robot. Uso el escalpelo de mi mirada para hacer una incisión en tus pupilas, indolora, inapreciable, pero lo suficiente para introducirme y escarbar.

Me interesa bajarte los pantalones y mirar por el agujero de tu uretra. Ver lo que hay para, en un momento determinado, poder bañarme en tu semen y convertirme en un robot-nadador. Competir con tus espermas para ver quién es el más fuerte. Ponerte a prueba..., probarte entero.

Me interesas, pero no sé hasta que punto me convienes. Ahí está la cosa.

11 de julio de 2010

Huele a nuevo.


B. es mi nuevo barrio. Un barrio donde la sangre fluye por las venas de las calles sin necesidad de transfusión alguna porque, desde un primer momento, me di cuenta que tenía vida propia. Así que no tardé ni dos centésimas de segundo en decidirme.

Necesitaba un cambio, un poco de aire puro, dejar de ser ese pez agonizante en el que me había convertido, y aquí estoy, respirando de nuevo y desayunando paz con chocolate.

Vivo con R., que trabaja cuidando a un discapacitado (sin ni siquiera poder cuidar de ella misma), tartamudea de vez en cuando, necesita café para sobrevivir y pan para acompañar todas las comidas (y aderezar al mismo tiempo su vida). Fuma como un carretero, pero es vital, algo hippie- friki, abierta de mente y un poco pasota.

E. vive con nosotros temporalmente, ha venido de Madrid a hacer un curso de iluminación. Toca la flauta travesera, tiene cara de mala persona (pero no lo es), dice que le mola el rollo vegetariano pero se pirra por comer pollo, odia las corridas de toros, dice que tiene épocas donde es muy lesbiana, pero se pone cerda cuando ve a un montañero marranero.

Colateralmente también me relaciono con par de vecinos y amigos de R. Está C., que tiene unos gemelos del tamano de dos columnas prerrománicas, y S. tiene la polla del tamaño de otra columna prerrománica. (creo que tiene que ver con el hecho de que sea negro). Ambos tienen un perro llamado L. , el cual tiene una oreja tiesa y otra caída, como si sólo quisiera escuchar la mitad de lo que se le dice... Eso me hace pensar que L. es bastante más humano de lo que parece.

Por último está X., que es de Shanghai. X. no sabe nadar, se pone rojo cuando bebe alcohol, cocina de puta madre y conoce mi estado de ánimo nada más mirarme a la cara. Lo malo que tiene X. es que es un poco comunista sentimental y me quiere para él sólo, acaparándome al máximo, cosa que ahora mismo no necesito, sino todo lo contrario... Dudo de mi relación con X. porque no sé si es lo que quiero, sin embargo estoy seguro de que es lo que necesito. Raro, ¿verdad?

En resumidas cuentas esa es mi vida actual. Una vida que necesitaba cambiar sí o sí. Por que a veces urge customizarla para que nos quede mejor, meterle los bajos para que nos siente bien, tintarla de otro color para que resalte el color grisáceo de nuestros ojos. Y yo, al menos, lo estoy intentando.


19 de abril de 2010

[( ... )]


Vivir en un paréntesis. Caminar descalzo por puntos suspensivos ardiendo. Agarrarse a unos corchetes que hacen de pared y que, al fin y al cabo, te acaban pinchando las manos. Desplegar la alfombra en forma de espiral y bajar por ella rodando... Ya sabes dónde te lleva, ¿verdad? Al principio de todo. De nuevo. Otra vez. De cabeza...


16 de abril de 2010

Aire puro.

A veces la bombona de oxígeno se llena al máximo y un simple, mágico y catársico concierto hace que salgas queriendo ser mejor persona mientras rezumas positividad por todos los poros.

Ahora hay que racionar esa sensación para que dure mucho, mucho tiempo... Ahí queda la música, ahí quedan los recuerdos, ahí queda el buen rollo compartido, ahí queda el confetti que tiraron y que guardo encima de mi mesa. Ahí quedan ellos...


27 de marzo de 2010

Pura distracción.

Me dá la sensación de que la vida es una distracción detrás de otra. Todo fugaz. Nada duradero.

Sí, somos coleccionistas de cicatrices e intentamos maquillarlas con distracciones. Así somos.

Ólafur Arnalds - Ljósið (Official Music Video) from Erased Tapes on Vimeo.

20 de febrero de 2010

La decepción.



Una vez más la decepción me envuelve con papel transparente por todo el cuerpo y me mete de una pieza en el congelador de casa, junto al arroz tres delicias... Oigo como los guisantes cuchichean entre ellos sobre mí y le dan codazos a los granos de arroz mientras intentan disimular. Los escucho perfectamente.

¿Nunca habéis tenido la sensación esa de que os la íbais a pegar pero, aún así, habéis seguido hacia adelante? Yo sí, y la profecía se ha cumplido.

Desde el primer momento supe que nunca llegaría a nada con él porque seguía enganchado (de alguna extraña manera) a su ex, aunque uno siempre piensa que no es bueno prejuzgar a nadie nada más conocerlo. Así que el otro día, y después de dos meses, lo pillé por banda, se lo pregunté y me lo corroboró. Así era, no podía quitárselo de la cabeza, aún sabiendo que no volvería con él porque es un "veleta". Me dijo que no podía implicarse conmigo más de lo que se estaba implicando (que, todo sea dicho, era bastante) y que a partir de ahora la decisión era mía, así que le miré a la cara y le dije "Me retiro..., yo me retiro a mis aposentos." Y así hice tras un breve discurso sobre lo claras que tenía las cosas, cogí mis cosas y me retiré con la cabeza bien alta ante su cara de sorpresa. "¿Amigos?", me dijo... "Soy demasiado radical a veces", le contesté. "Es bueno saberlo... Encantado de conocerte", fue su última frase mientras me daba un abrazo que no me apetecía recibir.

Curiosamente me eché a la mochila un libro que me dejó semanas atrás para devolvérselo esa misma tarde porque sabía perfectamente lo que iba a pasar. Y así pasó.

La decepción te estira la cara y te engarrota los dedos para que no puedas señalar el camino a seguir. La decepción le da al pause de los latidos de tu corazón y lo mantiene así unos cuantos días hasta que la catársis viene e insufla, de nuevo, aire purificado en tus ventrículos. La decepción es la vecina del quinto que de vez en cuando llama a tu puerta para pedirte sal e, inmediatamente, te la tira a los ojos... Esa es. La decepción.

23 de enero de 2010

Un jersey talla XL llamado vida.


¿Muchas veces no os da la sensación de que os habéis comprado la vida en una tienda de tallas grandes? A mí sí. Una vida que me sobra por todos lados, que nunca se ajusta a mí como debiera, que me queda holgada, que me pierdo en ella, con miedo a despeñarme por la manga abajo o a quedarme enredado en la zona de la sisa.

"Lo siento, pero hemos encontrado a una persona que encaja mejor con el perfil que buscamos". Lo típico que siempre dicen en las entrevistas de trabajo. Lo típico que siempre he dicho cuando me he dedicado a eso.

"¿No te gustan las almejas?, uy, uy, uy. ¡pues a mí me encantan!, así que mejor cortamos..." Una broma, lo sé, una coña, ¿pero cortar el qué si no hemos empezado nada? O eso al menos quiero hacerme creer. Intento poner distancia, no implicarme, pero es difícil cuando la otra persona ves que reacciona, que se implica..., sin embargo ya no me creo nada. Ese es el problema, que a diferencia de hace unos cuantos meses ahora soy un incrédulo. Y eso juega en mi contra, ¿o a mi favor?

No, no me queda bien este jersey, está mal hecho, me aprieta en la zona del cuello, me sobra en todo lo demás. No pido uno hecho a medida, soy más realista que eso. No sé ni siquiera qué pido..., ¿que me devuelvan el dinero?, ¿que me devuelvan la confianza en todo? Ahora recuerdo..., creo que he perdido el ticket.


17 de enero de 2010

Domingos no.

Los domingos casi siempre me saben a sumidero existencial. Poseen ese regusto raro que tanto me desorienta, algo así como una mezcla del alcohol de la noche del sábado y todas las frustraciones de la semana entera que caen por su propio peso en el último día de la semana.

Una mascarilla, quiero.