23 de febrero de 2011

18 de febrero de 2011

Soplando errores.


Me gusta su voz, me la follaría durante horas. Sin embargo no la utiliza para decir lo que quiero escuchar. Y el caso es que, si lo pienso bien, sería un error que lo dijera, pero últimamente mi dieta consta de un suculento menú de errores al ajillo..., que ni lavándome los dientes luego se me va ese regusto asqueroso que dejan los errores en la boca.

Y sería genial hacerme pequeñito para insertarme en sus pulmones con un mini fuelle y, así, poder insuflar aire y hacer que suba por su aparato fonador y diga lo que, finalmente, quiero escuchar... Fiu, fiu... Te necesito... Fiu, fiu... Te echo de menos.

Pero no es posible... Es más, sería una mentira. Una mentira más grande que mi culo. Lo dejaré estar. Lo dejaré morir. Luego iré al congelador de los recuerdos y lo meteré allí. A ver si hago sitio.


4 de febrero de 2011

Componiendo en tu epidermis.


¿Has probado a tocarle la cara a alguien y acariciársela de la misma manera que tocarías una melodía en un piano? Los toques son aleatorios, pero las sensaciones no. Destapas el piano y destapas también la caja de lo olvidado. Sabes que la otra persona escucha la misma melodía que tú, o, al menos, eso esperas... Hay gente que tiene muy mal oído.

Y deslizas tus dedos tocando un do en su mejilla, buscas un fa para hacer música en su frente, pones un sol en su nariz para que haga equilibrios allí y escondes un re en la comisuras de sus labios para buscarlo más tarde... Intentas componer aquello que quieres escuchar y, en ese mismo instante, funciona. Realmente suena bien.

¿Melodía verdadera o playback del autoengaño?