13 de febrero de 2014

Aprendiendo realidades.



"Qué amargo te sabe el semen", me dice mientras se incopora con el ceño fruncido. 
"Sabe justo como mi vida ahora mismo", me dan ganas de decirle y, sin embargo, me callo y le paso unas toallitas con aloe vera.

Es curioso notar que, aunque por aquí cuente mi vida a trozos, ahora soy incapaz de contar nada de lo que me está ocurriendo pese a que, de repente, ha girado todo tanto y ha dado una vuelta tan grande que no sé si estoy boca abajo, boca arriba o de cúbito supino.

Sólo sé que el dolor tamiza la realidad de tal manera que deja pasar las cosas estúpidas y pequeñas para que caigan lo más lejos posible dejando arriba lo verdaderamente importante. Los grumos de la irrelevancia hay que espolvorearlos y pisotearlos. Lo verdaderamente importante está a la vista, a la mano..., otra cosa es que no sepamos verlo.

Lo único que sé decir es que la echo de menos..., la echo de menos tanto que me quitaría la piel y me vestiría sólo con sus recuerdos.