
A veces la vida te arrastra como si fueras un diminuto grano de arena. Ingenuamente ves la ola venir (esa que piensas que está muy lejos, pero no, es un puto efecto óptico) y notas como te empuja del pecho hacia donde a ella le da la gana, como cuando de pequeño juegas a la gallinita ciega y te ponen una venda en los ojos y te mueves como perdido, dando bandazos.
Y por la calle alguien te pide fuego, te pregunta la hora y el nombre de una calle a lo que respondes de mala gana. Y luego lo ves que se aleja todo decidido y saca un mechero del bolsillo para encender un cigarro y seguro que cagarse en tus muertos. Y piensas que eso nunca te pasará con el chico de pantalones de chandal del metro. Él nunca te pediría fuego, él lo tiene ya de por si en la parte trasera.
Y te percatas de que tu vida está engullendo tus momentos como si fuera una tenia dentro del estómago de alguien..., sin que te des cuenta, sibilina y vorazmente. ¿Cómo puede ser eso?
Quiero unas tijeras para quitarme la venda de una vez. También quiero un cuchillo para clavárselo a la tenia entre los ojos y que me deje en paz y, así, poder saborear los momentos que me quedan y luego eructárselos al hombre del mechero en la cara.
Y por la calle alguien te pide fuego, te pregunta la hora y el nombre de una calle a lo que respondes de mala gana. Y luego lo ves que se aleja todo decidido y saca un mechero del bolsillo para encender un cigarro y seguro que cagarse en tus muertos. Y piensas que eso nunca te pasará con el chico de pantalones de chandal del metro. Él nunca te pediría fuego, él lo tiene ya de por si en la parte trasera.
Y te percatas de que tu vida está engullendo tus momentos como si fuera una tenia dentro del estómago de alguien..., sin que te des cuenta, sibilina y vorazmente. ¿Cómo puede ser eso?
Quiero unas tijeras para quitarme la venda de una vez. También quiero un cuchillo para clavárselo a la tenia entre los ojos y que me deje en paz y, así, poder saborear los momentos que me quedan y luego eructárselos al hombre del mechero en la cara.