9 de mayo de 2008

Dentro de un pez y deseo como anzuelo.


Las mechas del chico que se sienta delante de mí en el metro me hipnotizan y me horrorizan a la vez.

Fuera llueve y vamos todos como si estuviéramos dentro del estómago de una carpa. Somos tripas retorcidas.

Al chico ya lo conozco, he coincidido con él varias veces. Siempre va con chandal y tiene un culo como para perderse en él un rato y sacarse un bono para repetir una y otra vez. El caso es que de cara es normalucho y no tiene nada de estilo, pero cuando se da la vuelta para apearse me dan ganas de bajarme en esa parada que no es la mía y seguirle por el simple movimiento que hacen sus nalgas al andar.

Sin embargo de paquete decepciona..., y mucho. Siempre va con su novia, una chica diminuta y enjuta, supongo que a juego con la polla de su novio, y se van juntos y yo los miro..., bueno a él.

Y cuando salen yo espero en el estómago de la carpa a que empiece un nuevo día de mierda.

No mola eso de empezar el dia saliendo del culo de un pez.

3 comentarios:

38 grados dijo...

Es que los culos despiertan sentimientos extremadamente dispares, dependiendo de para qué y de qué momento....yo creo que es la parte del cuerpo que más amor-odio le tengo.
Disfruta de tu chandalero y de tu imaginación, que es gratis.

Toshiaki dijo...

Sí, esta mañana mismo he vuelto a "disfrutar" de él y de mi imaginación, 38 grados ;)

Emilio Ruiz Mateo dijo...

Cuántas alegrías nos da el chandalismo de metro, madre...