
No es bueno dejarse mecer demasiado por los brazos de la vida porque corres el riesgo de quedarte dormido en cualquier momento.
A veces me tomo un té con ella y mientras nos fumamos un peta me cuenta que siente ser así de contradictoria, que le jode que todos tengamos un principio y un final y ella, sin embargo, no tiene nada de eso. A ella le toca permanecer aquí porque otros la necesitan.
La vida se muerde las uñas, es nerviosa y mira hacia abajo por verguenza a que le recrimines por qué te trata de esa manera. Ella no tiene la culpa, está demasiado ocupada y, en ocasiones, te descuida..., lo reconoce. Lo reconoce y a mí eso me dice mucho, así que le pongo un dedo en la boca y le digo que no importa, que nos viene bien caminar solos de vez en cuando. Entonces es cuando se sonroja y deja escapar una tímida sonrisa acompañada de un suspiro tembloroso.
La vida también llora, lo he visto con mis propios ojos y no hay cosa que más me afecte que ver a alguien en esa tesitura. Así que despliego mis brazos y la rodeo lentamente mientras ella no se da cuenta de que abro la boca para dejarla entrar de nuevo dentro de mí.
La próxima vez me lo pensaré dos veces antes de bostezar por lo anodino que es todo lo que me rodea ya que no me da la gana que se escape de nuevo.
Bostezaré los minutos, eructaré los segundos..., pero siempre, siempre con la boca cerrada.
A veces me tomo un té con ella y mientras nos fumamos un peta me cuenta que siente ser así de contradictoria, que le jode que todos tengamos un principio y un final y ella, sin embargo, no tiene nada de eso. A ella le toca permanecer aquí porque otros la necesitan.
La vida se muerde las uñas, es nerviosa y mira hacia abajo por verguenza a que le recrimines por qué te trata de esa manera. Ella no tiene la culpa, está demasiado ocupada y, en ocasiones, te descuida..., lo reconoce. Lo reconoce y a mí eso me dice mucho, así que le pongo un dedo en la boca y le digo que no importa, que nos viene bien caminar solos de vez en cuando. Entonces es cuando se sonroja y deja escapar una tímida sonrisa acompañada de un suspiro tembloroso.
La vida también llora, lo he visto con mis propios ojos y no hay cosa que más me afecte que ver a alguien en esa tesitura. Así que despliego mis brazos y la rodeo lentamente mientras ella no se da cuenta de que abro la boca para dejarla entrar de nuevo dentro de mí.
La próxima vez me lo pensaré dos veces antes de bostezar por lo anodino que es todo lo que me rodea ya que no me da la gana que se escape de nuevo.
Bostezaré los minutos, eructaré los segundos..., pero siempre, siempre con la boca cerrada.