Lento a veces se destapa aquello que corre presto e invisible por el alma.
Baja empicado haciendo un eslalon lento y pasajero deslizándose por tu desnuda espalda.
Llega al medio de tu pecho y notas como allí se queda cogiéndose las rodillas con los brazosencendiendo
esa maldita llama.
Y, al final, te terminas dando cuenta que una piel sin otra piel es como un invierno cerrado, nevado y sin una puta manta.
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