1 de abril de 2012

Domingos de acero.

A veces se me estiran tanto las vértebras que suenan como botones al abrirse. Estaría bien eso de poder quitarse el esqueleto y dejarlo en la percha o en el tendedero para que se aireara un rato. Así el peso sería menor. Así ya tendría decoración para Halloween.

También molaría tener un mecanismo como el de los teléfonos móviles para poder apretar levemente encima de la cabeza y desbloquearse por completo. Tal que así.


Desbloqueado ya me pregunto si las cosas que nos rodean son como los chicles del mercadona, que a las dos mordidas se les va el sabor. ¿Y cómo hacemos para que el sabor dure? Yo me pierdo buscando edulcorantes, sacarinas, sucralosas y demás mierdas para que todo sepa a algo más que a ese aire que se te escapa entre los dientes.

Me gustaría escribir cosas de color rosa mientras pestañeo rayos de sol, pero sólo me sale mierda de la boca y realidades grises con forma de pelusa del ombligo.

Los domingos de acero hacen un pulso conmigo y siempre terminan ganando.
 

2 comentarios:

De incóñito dijo...

Los chicles del mercadona no se han de mascar, sobre todo si hemos dejado todo el esqueleto (incluído dientes) aireándose en el tendedero.
Nuestra dosis de dulzor barato se debe dejar sobre la lengua para que ésta se vaya tintando de suaves instantes de dulzor.

Pero basta de poesía, coño.
De vez en cuando un trago de leche condensada te sube al infinito. Droga pura y necesaria :D

Toshiaki dijo...

Y tú por qué no tienes blog, de incóñito? En serio, tienes vena de poeta moderno y me encantaría leerte!

Anímate, no??????

^_^

Hoy leche condensada no, pero un Sundae sí... MmMmm.