Me fijo en que pone los ojos en
blanco cada vez que se va a correr. Es como si su mente inundara el
resto de su cuerpo de blanco y lo tiñera todo por completo. Son orgasmos
blancos, no hay matices en ellos, como tampoco los hay dentro de su
cabeza. Las ideas pululan sencillas y simples en un mar de semen y no
importa que se derramen. En el fondo, no son importantes.
Estoy
intentando ver lo interesante que reside en la simpleza, pero no lo
consigo... Es como si me montara en el espermatozoide de lo sencillo, de
la levedad, y éste empezara a menearse como un potro salvaje de rodeo
americano y ahí estoy yo, haciendo equilibrios para no caer en el
colchón de la complejidad en el que casi siempre duermo.
No
sé si me explico..., ni siquiera sé si me entiendo. Es como esos tíos
que se excitan follándose a alguien escayolado, de verdad que no los
comprendo, pues eso me pasa a veces conmigo, que no me entiendo. Será
cuestión de romperme un hueso y preguntarle uno de esos tipos que por
qué se excita mirándome la escayola. Lo mismo quieren que le haga una
paja con mi mano inútil.
Mi mente blanca, simple, mimetizarme... No puedo.
1 comentario:
Esa pureza que achacan al blanco, lo hace en ocasiones tan luminoso que nos obliga a entrecerrar los ojos y no llegar a apreciar su belleza.
A mi me gusta el blanco vestido de sábanas y de semen recién estrenado. Lástima que poco después abandone ese color.
Te explicas muy bien.
Aunque yo tampoco te entiendo.
O quizás si :)
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