1 de mayo de 2012

Derramando blanco.




Me fijo en que pone los ojos en blanco cada vez que se va a correr. Es como si su mente inundara el resto de su cuerpo de blanco y lo tiñera todo por completo. Son orgasmos blancos, no hay matices en ellos, como tampoco los hay dentro de su cabeza. Las ideas pululan sencillas y simples en un mar de semen y no importa que se derramen. En el fondo, no son importantes.

Estoy intentando ver lo interesante que reside en la simpleza, pero no lo consigo... Es como si me montara en el espermatozoide de lo sencillo, de la levedad, y éste empezara a menearse como un potro salvaje de rodeo americano y ahí estoy yo, haciendo equilibrios para no caer en el colchón de la complejidad en el que casi siempre duermo.

No sé si me explico..., ni siquiera sé si me entiendo. Es como esos tíos que se excitan follándose a alguien escayolado, de verdad que no los comprendo, pues eso me pasa a veces conmigo, que no me entiendo. Será cuestión de romperme un hueso y preguntarle uno de esos tipos que por qué se excita mirándome la escayola. Lo mismo quieren que le haga una paja con mi mano inútil.

Mi mente blanca, simple, mimetizarme... No puedo.

1 comentario:

D.I. dijo...

Esa pureza que achacan al blanco, lo hace en ocasiones tan luminoso que nos obliga a entrecerrar los ojos y no llegar a apreciar su belleza.

A mi me gusta el blanco vestido de sábanas y de semen recién estrenado. Lástima que poco después abandone ese color.

Te explicas muy bien.
Aunque yo tampoco te entiendo.

O quizás si :)