25 de diciembre de 2013

Un dürüm de pensamientos, porfavor.



Entro en el Kebab del barrio a comprarme uno mixto sin cebolla ni picante cuando veo sentado al dependiente que hace tanto tiempo que no veía.
-Hombre, ¡cuánto tiempo! -le digo
-Sí, amigo, es que he estado en mi país de vacaciones -me dice sonriendo como de costumbre pero con la misma tristeza oculta en los ojos.
-¡Muy bien!, ahora ya de nuevo por aquí a hacer comer a la gente como antes, ¿no?
-Sí, amigo, tú cebolla sin picante -dice mientras se toca la cabeza con el dedo índice, como recordando.
-¡Eso mismo!

Me siento en la silla y saco el móvil para enfrascarme en él. Es lo que hago cuando no quiero alargar la conversación.

-¿Y tu amigo que tal está? -me pregunta mientras se pone a cortar esa especie de amasijo de carne empalado en una plataforma que da vueltas y vueltas mientras se va calentando.
-¿Mi amigo...? -obviamente se refería a mi ex, que era fan de los kebabs y mierdas varias- Bien, él está bien -le miento porque no tengo ni idea de si está bien o no-..., por ahí -concluyo mientras agacho la cabeza.

Y me doy cuenta que un kebab lleno de mugre no es el lugar más idóneo para que alguien me pregunte y me recuerde mi propia mugre... Y me fijo en lo pegajosas que están las teclas de la máquina registradora, como las yemas de mis dedos si me pongo a contar los fracasos sentimentales en mi vida... Y veo el trozo de mierda de carne que lleva el kebab dando vueltas una y otra vez empalado en aquella máquina, justo como mi vida,  dando vueltas como un bucle. Y llego a la conclusión de que la vida es eso, un puto trozo de carne de kebab dando vueltas mientras se calienta cuando está frío y se enfría cuando está caliente. Y tan sólo por cuatro euros.

2 comentarios:

grande dijo...

Vueltas y más vueltas, y siempre el mismo trozo-carne. Ya ni siquiera se nos oculta la tramoya. Barato y grasiento, como todo lo inane.
Gran entrada.


Grand3

D.I. dijo...

Me conmueve leerte. Lo haces tan bien y me llegas tanto que me entran ganas de abrazarte.