16 de enero de 2014

Segundos que caen como gotas de suero.



-Tú tranquila, que a partir de ahora estaré totalmente pegada a tu culo -le dice una ayudante de enfermería a otra mientras observo sentado en el sillón como si estuviera viendo una película de Almodóvar.

-Hija, ni que fueras mi compresa -contesta la otra mientras me mira y se ríe.

Y la verdad que ganas de reir no tengo, sino todo lo contrario, así que intento esbozar una medio sonrisa educada y falsa que se tuerce tanto como la vida puede hacerlo en el momento que menos te lo esperas.

A veces recibes llamadas de teléfono con tan malas noticias que lo único que te preguntas cuando cuelgas y escuchas el silencio al otro lado del teléfono es "¿Qué coño hemos venido a hacer aquí?", y no encuentras respuesta, por mucho que pienses, por mucho que te quedes de pie con el teléfono en la mano, convertiéndote por momentos en estátua de sal.

Seguro que en alguna parte de este hospital hay niños naciendo. Seguro que nadie les dirá nunca que este mundo es algo muy parecido a una mierda de dimensiones descomunales. Seguro que lo único a lo que se dignarán es a darles una palmada en el culo para que se echen a llorar... Digamos que ese podría ser el primer palo de sus vidas..., uno de tantos, claro. De lo demás ni mú. Quizá me podría ofrecer (como la gente que se ofrece para cuidar a ancianos) a decir verdades a los recién nacidos al oído. Les sería de bastante utilidad, ¿no?

-¿No me puedo poner bragas? -dice mi madre con un hilillo de voz.
-¿Bragas? ¡Aquí no se ponen bragas!, ¿y si hay algún médico que le gusta, qué?

Bromas soeces que en otro momento me podrían hacer gracia, pero que ahora mismo ni pizca, aunque también es verdad que las bromas de la vida me hacen menos gracia aún. Y es que yo creo que la vida debe ser inglesa, porque no entiendo su humor, ni siquiera con subtítulos... Si alguien los encuentra, por favor, que los tire a la basura, porque creo que no me apetece saber demasiado lo que dice. Me conformo con escuchar a las dos ayudantes de enfermería en su pequeña sitcom diaria. Es mucho más divertido.

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