15 de mayo de 2016

Un fungi-break.



Sacar la polla para que le de el aire me hace bien. No me refiero a pasearla por la boca de algún hambientro con ganas de que le desencajen la mandíbula, sino a sacarla para que el hongo que tengo desde hace mes y pico se seque y desaparezca del todo. 

Llevo más de dos meses sin tener contacto con nadie debido a una tremenda bronquitis y, ahora, a un hongo provocado por los antibióticos y la bajada de defensas. Ganas han habido, pero no he podido y aún no puedo hacer nada porque no estoy curado del todo... ¿Ha aparecido este hongo por casualidad o es una señal? A veces pienso que el destino se acercó una noche, me bajó el prepucio y puso ahí el hongo para que parara un poco el carro y me estuviera quietecito una temporada y, ¿sabéis qué?: se lo agradezco.

A veces hay que escuchar cómo el cuerpo te manda mensajes y, aunque haya sido efecto de los antibióticos, yo prefiero pensar que mi glande ha pensado por sí mismo (cosa que hace de normal) y ha optado por ponerse enfermo para darse un respiro ante tanta vorágine que, si lo pienso, no es necesaria.

De entre todos los médicos que me han tocado justo el que me vio el pene cuando lo tenía como un Alien a punto de estallar fue un cubano bastante majo que, semanas después, descubrí que estaba en una de estas apps gays de ligoteo (y que ahora sólo utilizo para cotillear y chatear) con una foto donde vestía un speedo y un par de piercings en los pezones. Quise morir de la vergüenza al pensar que me vio con los pantalones bajados y en pleno ataque fúngico y de nervios, pero no creo que se asustara. Doctor Ebony.

Y, bueno, quizá sea el momento de empezar a escribir cosas que no tienen nada que ver con el sexo, ¿no? Prfff, qué aburrimiento.

No hay comentarios: