29 de octubre de 2013

Desapareciendo.


Cuando alguien desaparece de tu vida de la noche a la mañana sientes algo así como cuando te disparan un flash en toda la cara..., al principio te quedas medio ciego y algo mareado, sin embargo, aún sigues viendo el círculo blanco del flash como si estuviera ahí, en la punta de tu nariz. Finalmente todo vuelve a la normalidad, todo desaparece delante de tus ojos desvaneciéndose sin que puedas hacer nada. Y, encima, en la foto sales con cara de gilipollas supremo. Como cuando te roban año y medio de tu vida, vas a objetos perdidos a ver si lo han encontrado y se ríen en tu puta jeta.

Cuando alguien desaparece de tu vida sin volver a dar señales de vida hasta el día de hoy, te sientes como la huella de un pie en la arena de la playa mientras esperas que venga una ola y te borre del todo. Miras con un dedo a la izquiera y con el otro a la derecha, pero sabes que, al final, la ola te va a arrastrar hacia quién sabe dónde. Y tú simplemente te dejas llevar. Con el tiempo aprendes que no hay nada como el oceáno mar de la incertidumbre.

Cuando alguien se convierte en humo tan fácilmente te preguntas de qué ha servido todo el esfuerzo invertido, si no habría sido mejor apagarte la colilla en la piel desde un primer momento. Total, sabes perfectamente que al final todo cicatriza y que existen unos maquillajes llamados autoengaño que hacen maravillas. Te los pones, te miras en el espejo y pones la misma cara de palurdo mientras esperas que el puto flash aparezca de nuevo.

1 comentario:

D.I. dijo...

Tú sí que sabes disparar con flash en cada texto.
Noquedado me deja siempre.